SEÑOR DE LOS MILAGROS
Mano esclava te pintó
en una humilde pared
mano negra que por tu merced
devoción a un pueblo legó.
Tu imagen quisieron borrar
los hombres y la naturaleza
pero tu divina grandeza
por siempre iba a perdurar.
El culto en una cofradía
se extendió a una nación
así inspirada oración
surgió en la patria mía.
Señor de los Milagros que en octubre
recorres calles humildemente
con el paso penitente
que tu solemnidad cubre.
Con velas, sahumerios, amor
con lo que más hemos callado
en procesión Cristo Morado
¡a ti venimos Señor!
© 1986 Luis Bárcena Giménez
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