SAN MARTÍN DE PORRAS
Humilde santo hoy por todos aclamado
que llevaste una vida de obediencia
no cesaste jamás en dar audiencia
a quien más la hubo necesitado,
al reo, al hambriento, al postrado
tus manos socorrieron con amor
porque tú comprendiste su dolor
y actuando a costa de tu sacrificio
hiciste del auxilio un oficio
convirtiéndote en el santo protector.
Tu santidad, Martín, pasó de nuestro suelo
y son muchos tus milagros y testimonios
de que corriste a un trío de demonios
llamados hambre, enfermedad y desconsuelo,
tuviste para los animales un gran celo
quedando sometidos a tu mandato
y es así que perro, pericote y gato
de ser tradicionales enemigos
tu voz convirtiólos en amigos
e hízolos comer del mismo plato.
© 1986 Luis Bárcena Giménez
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